Biofilia, del latín bío
Es bien sabido que los colores tienen determinados efectos psicológicos sobre el ser humano, o el cliente -si lo miras a través de los ojos de un mercadólogo- Por ejemplo, estudios demuestran que el color amarillo llama la atención, por esta razón, es utilizado en anuncios. También se sabe que estimula el apetito, aunque su uso excesivo genera fatiga, las grandes cadenas de comida rápida lo saben, por eso, utilizan este color para atraer clientes hambrientos y al mismo tiempo, hacen que se marchen rápido, desocupando así, lugares para nuevos comensales. La psicología del color afirma que el verde, es el color más relajante para el ojo humano. No es casualidad que exitosas compañías de café como Starbucks utilicen el verde en sus logotipos.
Conclusiones extraídas de encuestas realizadas a más de 7,600 trabajadores de 16 países diferentes alrededor de los 5 continentes, afirman que los empleados que trabajan en oficinas donde integran elementos naturales son 6% más productivos y un 15% más creativos, y que la sensación de bienestar aumenta un 15% cuando laboran en un atmósfera que imita o se integra a la naturaleza. El 43% de los encuestados reconocieron que el diseño de una oficina afectaría en su decisión de trabajar o no para una empresa.
Incrustar elementos vegetales a los espacios laborales, o incluso, en los hogares para lograr un ambiente más natural no es suficiente, la luz del día, el agua y el aire fresco también son elementos que nos hacen sentir ese lazo emocional con la naturaleza.
En los países desarrollados, como por ejemplo, Inglaterra, existe una campaña que se llama espacios para respirar, en la que invita a los ingleses a dedicar más tiempo en la naturaleza con la finalidad de elevar su calidad de vida, y con esto disminuir los gastos sanitarios, ya que se comprobó que los pacientes de un hospital que pasaron por intervenciones quirúrgicas y que tenían en sus cuartos ventanas con vistas a un campo verde, se recuperaron más rápido y requirieron de menos analgésicos que los que no.
Está comprobado que rodearse de abundante vegetación, reduce la presión arterial, la frecuencia cardíaca y las alteraciones en el sistema nervioso.
Edward O. Wilson, acuñador de la palabra biofilia, asegura que la interacción hombre-naturaleza influye en el intelecto, la imaginación, en la creatividad, en los sentimientos y emociones, el sentido estético, la expresión verbal y la curiosidad; y que la separación del entorno, debilita psicológicamente a las personas.
Ciudades como Singapur, con sus aspiraciones de convertirse en la ciudad jardín, y Cornwall, en Inglaterra, con su Eden Project son ciudades pioneras de la arquitectura biofílica, son ciudades que han comprendido la trascendencia de esta simbiosis con lo verde y han tomado el rumbo.
La arquitectura biofílica en espacios públicos que es integrada al entorno urbano, incluso puede ayudar a disminuir la temperatura del ambiente y mejorar el efecto de isla en zonas urbanas.
Todos aquellos que sentimos que con las actividades humanas hemos dañado el medio ambiente, y que poco a poco le hemos restado su merecido protagonismo, debemos darnos a la tarea de promover la reconciliación con la naturaleza. ¡Rescatemos nuestro vínculo con la vida!. Sigamos el camino que ya tomaron los países desarrollados con resultados que garantizan el éxito.